EL PELIGRO DE DESMANTELAR LA EDUCACIÓN PÚBLICA
Celia Gueto, Programme Manager Educación – Desarrollo Global
¿Qué tienen en común los sistemas educativos de Senegal, Colombia y España? Su creciente privatización.
En un mundo en constante evolución, la educación pública ha sido durante mucho tiempo la piedra angular del desarrollo social y económico. Sin embargo, en la actualidad, nos encontramos frente a una tendencia que amenaza con socavar este pilar vital: el peligro de desmantelar la educación pública.
Desde las aulas en España hasta las escuelas en Colombia y Senegal, se evidencian alarmantes señales de una dirección que podría tener consecuencias devastadoras en la formación de las generaciones futuras. En este artículo, exploraremos los peligros inherentes a esta tendencia global, destacando ejemplos concretos que revelan las amenazas que enfrentan los sistemas educativos en diferentes continentes. Más allá de las fronteras nacionales, la desinversión en la educación pública está tejiendo una red que podría comprometer el progreso y la equidad a nivel mundial.
Si nos trasladamos a América Latina, descubrimos que está es la región del planeta donde la privatización educativa ha avanzado de forma más pronunciada y constante en las últimas décadas. Los países latinoamericanos se destacan no sólo por tener la tasa de escolarización primaria privada más elevada del mundo, sino por mostrar además un crecimiento sostenido elevado de la oferta privada desde la década de 1990. En el nivel de educación secundaria, América Latina también encabeza el ranking de regiones con mayor participación privada, pero en este caso comparte posición con los países del África Subsahariana (Instituto Estadística UNESCO, 206).
Indaguemos un poco más en el caso de Colombia, que en 2022 entró en la lista de los 10 países con ingresos más desiguales tomando como medida el coeficiente GINI. Aunque 8 de cada 10 niñas y niños colombianos cursen sus estudios obligatorios en centros públicos, 97 de los 100 mejores centros educativos del país son privados. Además, el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, tras examinar los resultados de las Pruebas Saber (pruebas nacionales del país), observó que la brecha de desempeño entre colegios públicos creció tras la pandemia. Esta brecha es más alarmante en las asignaturas de inglés, dónde la diferencia en desempeño asciende a más de 10 puntos en ventaja de los centros privados, y en matemáticas donde se halló una brecha de más de 6 puntos.
A esta diferencia en los resultados académicos entre los centros públicos y privados, cabe añadir la brecha urbano-rural que ascendió a 26 puntos a favor de los colegios urbanos. Esto cobra sentido, si tenemos en cuenta que en Colombia hay una mayor concentración de centros educativos privados en las urbes. Esta desigualdad se extiende también al acceso a la educación terciaria. Una niña o niño escolarizado en un centro privado tiene un 74 % más de probabilidades de cursar educación terciaria.
Estos datos, nos podrían llevar a pensar que quizá la solución sea privatizar la educación, dado su ‘mejor rendimiento’. No obstante, si al comparar los dos tipos de centros controlamos las variables de nivel socioeconómica y cultural, los resultados son idénticos.
La educación es un reflejo de la sociedad, o viceversa, y la creciente privatización de los sistemas educativos en Colombia no hace más que exacerbar las desigualdades ya existentes. El hecho de que los centros educativos privados lideren los rankings de rendimiento no es necesariamente indicativo de una calidad intrínseca superior, sino que resalta las disparidades económicas y sociales que persisten en la sociedad colombiana.
Si cruzamos el Atlántico y nos dirigimos a Senegal, encontramos un panorama educativo similar. Aunque la gran mayoría de gobiernos africanos han trabajado para mejorar el acceso a la educación, el crecimiento constante de instituciones educativas privadas plantea desafíos significativos. La UNESCO informa que, en Senegal, la tasa de matriculación en escuelas privadas ha aumentado sustancialmente en las últimas décadas. Este fenómeno no solo resalta la tendencia global hacia la privatización, sino que también señala la urgente necesidad de abordar las desigualdades que surgen de esta dinámica.
Si nos adentramos en el informe de la Coalición de Organizaciones en Sinergia para la Defensa de la Educación Pública (COSYDEP) titulado ‘Privatización y Mercantilización de la Educación en Senegal‘, encontramos conclusiones reveladoras. Este informe expone las crecientes tendencias de mercantilización de la educación que comienza a ser evidente en Senegal. En la actualidad, el desarrollo de la educación primaria privada en el país es aproximadamente cinco veces más rápido que el de la educación pública. La COSYDEP resalta, de hecho, la rápida expansión de las escuelas privadas desde 1994, tras la aprobación de la Ley 94-82 que atrajo y sigue atrayendo la participación de extranjeros y no especialistas a un mercado educativo considerado ‘lucrativo’ en el continente africano.
Sin embargo, uno de los aspectos más impactantes del informe es que el 74% de los padres encuestados admiten que escolarizan a sus hijos en escuelas privadas no por elección, sino por obligación. La razón principal citada es la falta de escuelas públicas cercanas o sus extremadamente deficientes condiciones infraestructurales.
Ante estos hallazgos, COSYDEP urge al Estado a destinar una porción significativa de los recursos públicos para mejorar la calidad de la educación pública. Advierten que el Estado en Senegal no debería emplear fondos públicos para respaldar una educación con objetivos comerciales. En cambio, COSYDEP aboga por la mejora de las condiciones educativas en las escuelas públicas, especialmente en áreas rurales donde los recursos son escasos. Cheikh Mbow, director ejecutivo de COSYDEP, afirma que la educación pública debe ser gratuita y obligatoria para garantizar que las niñas y niños tengan acceso al ascensor educativo que les lleve hacia el éxito social.
Si vamos a la raíz del asunto, la privatización de la educación en Senegal tiene vínculos con las políticas promovidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), los cuales, al respaldar reformas económicas, promueven y conllevan una reducción en el gasto estatal en sectores como la educación y la salud. De esta manera, de una forma ‘indirecta’, estas instituciones han fomentado la participación del sector privado en la educación, ligando préstamos y asistencia financiera a reformas que favorecen la inversión privada en el ámbito educativo. Aunque no son los únicos responsables de la privatización educativa, su influencia en las políticas ha facilitado el crecimiento del sector privado.
La deuda estatal impacta en la inversión en educación: a mayor deuda, menor capacidad para destinar fondos a la educación universal. El endeudamiento elevado suele canalizar una porción importante de los ingresos estatales al pago de la deuda, restringiendo aún más la capacidad para mejorar la educación y llevando a una reducción del apoyo estatal en esta materia que se traduce en una merma en la calidad educativa. Esta es la situación impuesta a la que se enfrentan un gran número de países africanos en las últimas décadas.
Por último, y sin ir muy lejos, en España, una nación europea con una larga tradición de educación pública, también se observan signos preocupantes de privatización. Esta mercantilización, se ha logrado a partir de conceptos propios como “libertad de elección” y una regulación que ha atraído a grandes fondos de inversión que se han centrado, en un primer momento, en la educación universitaria. Actualmente, más del 40 % de las universidades españolas son instituciones privadas.
No obstante, hay un fenómeno observable tanto en educación primaria como en secundaria que nos ayuda a entrever las desigualdades educativas público-privadas existentes en el país. Se trata de la tasa de repetición. Según datos del último curso escolar del Ministerio de Educación, se evidencia que la repetición de cursos es considerablemente más frecuente en centros públicos que en colegios concertados y privados. En primaria, la tasa de repetición alcanza el 2,1 %. Sin embargo, al profundizar, se descubre que en centros públicos esta tasa asciende al 2,5 %, en los concertados al 1,3 % y en los privados apenas llega al 0,4 %.
El contraste es aún más marcado en la educación secundaria, donde la tasa global de repetición alcanza el 7,6 %. No obstante, esta cifra se dispara al 9,3 % en los centros públicos, se reduce al 4,7 % en los concertados y se limita al 1 % en los privados. En la enseñanza pública, los alumnos repiten hasta seis veces más en primaria y hasta nueve veces más en secundaria en comparación con los centros privados.
Para comprender el fenómeno de la repetición, Lucas Gortazar, responsable de educación en el think tank EsadeEcPol, destaca la disparidad entre el alumnado de centros públicos y privados. En los centros públicos, cerca del 50 % de los alumnos provienen de entornos desfavorecidos, mientras que en las instituciones privadas esta cifra es tan solo del 8 % (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas).
Las repeticiones, en última instancia, impactan de manera más significativa en los alumnos más vulnerables. Si consideramos dos estudiantes con habilidades, dificultades de aprendizaje y niveles de motivación similares, aquel con un nivel socioeconómico y cultural más bajo tiene tres veces más probabilidades de repetir (Save the Children, Repetir no es aprender). Esta discrepancia se debe a cómo las familias afrontan la educación según sus ingresos. Por ejemplo, las familias con un alto nivel económico suelen recurrir a clases particulares para fortalecer el rendimiento académico de sus hijos, mientras que aquellas con menos recursos buscan estas clases para evitar que sus hijas e hijos se queden rezagados.
No es casualidad la ubicación de los colegios privados o concertados en España. Mayoritariamente, se encuentran en zonas con mejor situación económica. 9 de cada 10 colegios en áreas de menor renta son públicos, mientras que en zonas de mayor ingreso, la distribución se divide entre un 29 % privados, un 24 % concertados y un 46 % públicos (EpData). Esta distribución también varía según las regiones; por ejemplo, en comunidades como Andalucía, los colegios públicos representan únicamente un tercio de los colegios en las áreas más prósperas (Registro de la Junta de Andalucía).
En España, está en juego no solo la pedagogía, sino un modelo que ha demandado esfuerzos considerables a lo largo del siglo XX. Un modelo, que ha dado sus frutos y que ha permitido que millones de españoles no solo accedan a una educación pública y gratuita de calidad, sino también a un estado de bienestar que ha facilitado la movilidad social en el país. Sin embargo, la capacidad de la escuela pública para reducir las desigualdades está disminuyendo, y el ascensor social que solía representar la educación ya no funciona. De hecho, está siguiendo el mismo camino que otros bienes comunes y colectivos, como la salud.
Hemos repasado como la privatización de la educación en diferentes partes del mundo, desde América Latina hasta África y Europa, está generando un panorama educativo global fragmentado y desigual.
Además, la privatización de las políticas sociales no sigue decisiones económicas basadas en una supuesta racionalidad del gasto público. Es, más bien, una decisión política sobre la necesidad de generar una constante redefinición profunda del papel del Estado y una redistribución regresiva del poder en favor de los sectores más poderosos de la sociedad.
Quizá no se le puede pedir a una sociedad individualista que tome decisiones colectivas, pero es esencial reconocer que la educación trasciende los límites de lo individual para moldear el tejido mismo de la sociedad. En un mundo interconectado y globalizado, la calidad de la educación no solo afecta a los individuos, sino que también determina la capacidad de una sociedad para enfrentar los desafíos y prosperar en conjunto. Por lo tanto, aunque la tendencia individualista pueda influir en las decisiones, es crucial recordar que una educación de pública y de calidad beneficia a la sociedad en su conjunto.
La educación no es un producto, la educación es un bien común y ante todo un derecho universal.