LA ORIENTACIÓN ACADÉMICA Y PROFESIONAL: DEL PROPÓSITO A LA ACCIÓN
Sofía Genta y Andrea Ortega, Project Manager y Técnica de vocación.
“Nos dieron muchas charlas sobre si queríamos hacer Bachillerato o un Ciclo, y sobre tener que elegir lo que te gustaba. […] Pero no te preguntaban personalmente, ¿qué te gusta? ¿Cuáles son tus hobbies? […] Simplemente veían las notas donde destacabas y suponían que ibas a hacer eso.”
Extracto de entrevista a Bruno, estudiante de Bachillerato Artístico (Tarabini & Jacovkis, 2024).
AEP, un reto urgente
Cuando hablamos de abandono escolar prematuro (AEP), a menudo nos perdemos entre cifras y estadísticas. Sin embargo, detrás de cada porcentaje hay historias como la de Bruno: jóvenes que no encuentran su lugar en el sistema educativo o que no reciben el acompañamiento necesario para tomar decisiones informadas sobre su futuro.
El abandono escolar prematuro persiste como uno de los principales retos de las agendas contemporáneas de política educativa, representando una preocupación central para el sistema educativo catalán. A pesar de los avances generales, España continúa en una situación preocupante, con disparidades notables entre comunidades autónomas que oscilan entre el 6,5% y el 19,2% (INE, 2024). Estas diferencias evidencian la necesidad de soluciones personalizadas y adaptadas al contexto local, especialmente para aquellos y aquellas jóvenes en situación de vulnerabilidad educativa.
En Cataluña, el camino recorrido es significativo: hemos pasado de un 33,2% de abandono escolar en 2005 a un 14,8% en 2023 (IDESCAT, 2024). Esta mejora, aunque notable, todavía nos deja lejos del objetivo del 9% establecido por la Unión Europea para 2030. Como señalan Tarabini y Jacovkis (2024), estas cifras esconden realidades complejas y diversas que requieren respuestas igualmente matizadas y personalizadas.
La orientación académica y profesional como vector estratégico en la educación secundaria
Frente a este escenario, los centros educativos afrontan el reto de desarrollar estrategias de orientación académica y profesional (OAP) que trasciendan las intervenciones puntuales. La realidad en muchos centros muestra una orientación fragmentada, limitada a momentos de transición y desconectada del mundo profesional. Como refleja el testimonio inicial de Bruno, necesitamos superar el modelo de charlas informativas para construir un acompañamiento más profundo y personalizado.
La orientación educativa debe adaptarse a cada etapa del desarrollo del alumnado. En las etapas tempranas de Infantil y Primaria, el foco está en la prevención y el fortalecimiento de recursos personales, anticipándose a posibles dificultades y asegurando transiciones exitosas. Al llegar a Secundaria, sin abandonar esta labor preventiva, la orientación académica y profesional cobra especial protagonismo, requiriendo un acompañamiento continuo y proactivo que trascienda las intervenciones puntuales (Anaya, 2023). Este enfoque evolutivo y sostenido resulta fundamental para reducir el abandono escolar prematuro y asegurar que más jóvenes encuentren su lugar en el sistema educativo.
Este enfoque está respaldado en el marco legal vigente. La LOMLOE (2021) reconoce la orientación educativa y profesional como un derecho fundamental del alumnado. Este reconocimiento no es meramente declarativo: la ley establece la orientación como una responsabilidad compartida entre docentes, tutores y profesionales de la orientación, en colaboración estrecha con las familias.
La ley, vigente desde enero de 2021, se sustenta en tres pilares fundamentales: equidad, inclusión y excelencia. Junto con la Ley Orgánica 3/2022 de Ordenación e Integración de la Formación Profesional, se introducen medidas significativas para mejorar la accesibilidad y la igualdad de oportunidades, flexibilizando itinerarios educativos y facilitando el aprendizaje permanente.
El Govern de la Generalitat de Cataluña (2024), reconociendo esta necesidad, está desarrollando un nuevo marco normativo para reforzar los servicios de orientación educativa. El nuevo decreto buscará mejorar la orientación académica y profesional a través de cinco ejes de acción fundamentales:
- Orientación personalizada para todo el alumnado.
- Integración de la orientación en el día a día escolar.
- Facilitación de las transiciones educativas.
- Reducción del fracaso y abandono escolar.
- Optimización de los recursos destinados a la orientación.
Con un horizonte temporal hasta el curso 2030-31 y una inversión prevista de más de 232 millones de euros, este marco normativo representa una oportunidad para repensar y reorganizar la orientación educativa en Cataluña, estableciendo por primera vez un proceso continuo que abarque todas las etapas educativas. El nuevo decreto puede ser una buena oportunidad para repensar y reorganizar la orientación educativa para que se respondan las necesidades de las diferentes etapas y transiciones del conjunto del alumnado.
La importancia de una estrategia de orientación en los centros de educación secundaria
Una estrategia de orientación académica y profesional efectiva constituye una herramienta fundamental para facilitar la transición del alumnado hacia la vida laboral y prevenir el abandono escolar prematuro. Los estudios de la OCDE (2024) revelan que los y las jóvenes que abandonan los estudios enfrentan un mayor riesgo de exclusión social, con dificultades significativas para obtener y mantener un empleo, lo que puede conducir a desventajas socioeconómicas a largo plazo. Paradójicamente, esta situación afecta de manera más pronunciada a quienes más necesitan el apoyo: los estudiantes en situación de vulnerabilidad socioeconómica son precisamente los que encuentran mayores barreras para acceder a actividades de orientación de calidad, perpetuando así un ciclo de desigualdad educativa que urge romper.
La adolescencia, como etapa de transformaciones y decisiones cruciales, requiere un acompañamiento que permita a los estudiantes comprender sus intereses, habilidades y valores, vinculándolos con las diferentes opciones académicas y profesionales disponibles. Este acompañamiento debe fundamentarse en una mirada holística que considere la identidad, intereses, capacidades y contexto del alumnado, generando espacios de reflexión y confianza desde el afecto y la empatía.
Entonces, ¿cuáles son los elementos clave para una estrategia de orientación efectiva?
El centro educativo como un ecosistema orientador
La orientación debe formar parte del ADN del centro educativo, integrándose en el Proyecto Educativo de Centro (PEC) y trascendiendo la responsabilidad exclusiva del departamento de orientación. Como argumenta Manel Merino (2020), el éxito de la orientación depende de la creación de un ecosistema donde cada agente educativo tenga un papel definido y significativo en el proceso orientador.
Liderazgo y coordinación
El equipo directivo cumple un papel fundamental al establecer la orientación como prioridad estratégica del centro, asignando los recursos necesarios y promoviendo una cultura que la respalde activamente. En este contexto, el equipo de orientación actúa como catalizador, coordinando las diferentes acciones y proporcionando el asesoramiento necesario al equipo docente para una implementación efectiva de las estrategias de orientación.
Red de colaboración y apoyo
La creación de una red de trabajo sólida implica el desarrollo de colaboraciones sistemáticas con las familias, que aportan un conocimiento clave sobre el alumnado. Esta red se extiende hacia el tejido empresarial local y las organizaciones comunitarias, estableciendo canales de comunicación efectivos que enriquecen el proceso orientador. La investigación actual demuestra que estas conexiones son fundamentales para proporcionar al alumnado una visión realista y actualizada de sus opciones.
Empoderamiento del alumnado
El proceso de orientación debe situar al estudiante como protagonista activo de su propio desarrollo. Este empoderamiento requiere proporcionar herramientas específicas para la autoexploración y la toma de decisiones informadas. Los estudiantes necesitan espacios y oportunidades para reflexionar sobre sus intereses, desarrollar sus habilidades y planificar su futuro con autonomía y confianza.
Evaluación y mejora continua
El seguimiento y la evaluación de la estrategia de orientación debe realizarse de manera sistemática, estableciendo indicadores claros que permitan medir su impacto real. Este proceso evaluativo debe involucrar a todos los agentes implicados, desde el profesorado hasta el alumnado y sus familias, permitiendo realizar ajustes basados en evidencias concretas. La recopilación de datos y su análisis regular permiten identificar áreas de mejora y adaptar las estrategias según las necesidades cambiantes de la comunidad educativa.
Desafíos en su implementación desde una mirada crítica y constructiva
La implementación de una estrategia efectiva de orientación en los centros educativos enfrenta diversos desafíos que requieren un análisis profundo. Estos retos no son meramente operativos, sino que reflejan tensiones más profundas en nuestro sistema educativo.
La brecha entre recursos y necesidades
El primer desafío significativo radica en la limitación de recursos humanos y materiales. Los departamentos de orientación se encuentran frecuentemente desbordados, con ratios de atención que dificultan proporcionar el acompañamiento personalizado que cada estudiante necesita. Esta situación no solo afecta a la calidad de la orientación, sino que puede perpetuar desigualdades existentes en el sistema educativo.
La formación docente
La orientación efectiva requiere un profesorado capacitado y comprometido, siendo especialmente crucial en el caso de los y las docentes que asumen funciones tutoriales. Con frecuencia, estos profesionales se encuentran gestionando tutorías sin los recursos ni la preparación necesaria para ofrecer un acompañamiento de calidad. Esta carencia formativa, que va más allá de aspectos técnicos e incluye competencias socioemocionales, puede resultar en intervenciones fragmentadas que no responden a las necesidades reales del alumnado en momentos críticos de su trayectoria educativa.
La resistencia al cambio
Uno de los obstáculos más sutiles, pero persistentes, es la resistencia al cambio dentro de la cultura escolar tradicional. Muchos centros de educación secundaria mantienen un enfoque predominantemente académico, relegando la orientación profesional y el desarrollo de competencias transversales a un segundo plano. Esta inercia institucional, dificulta la implementación de enfoques más holísticos y adaptados a las necesidades actuales del alumnado.
El desafío de una coordinación efectiva
La orientación efectiva requiere de acciones conjuntas entre múltiples agentes: docentes, equipos de orientación, familias y actores externos. La ausencia de canales de comunicación fluidos y protocolos de coordinación claros puede resultar en intervenciones desarticuladas y mensajes contradictorios para el alumnado. Este desafío, requiere no solo estructuras organizativas adecuadas, sino también un cambio en la cultura de colaboración dentro de los centros educativos.
De la reflexión a la acción
Volvamos al testimonio de Bruno con el que iniciamos este artículo. Su experiencia nos recuerda que la orientación académica y profesional no es simplemente una herramienta más en nuestro sistema educativo: es un elemento fundamental para prevenir el abandono escolar prematuro y asegurar que cada joven pueda desarrollar su propósito claro y un sentido de autoeficacia para continuar su trayectoria educativa o laboral.
Es esencial establecer un marco compartido de orientación que defina claramente los objetivos, metodologías y roles de los diferentes agentes implicados. Este marco debe promover la coherencia entre las diferentes estrategias y acciones implementadas, asegurando que todos los esfuerzos estén alineados hacia un objetivo común.
La construcción de este marco compartido requiere el compromiso activo de todos los actores: desde los equipos directivos que deben liderar el cambio, hasta el profesorado que debe integrar la orientación en su práctica diaria, pasando por las familias y los agentes externos que enriquecen el proceso con sus diferentes perspectivas y recursos.
Las administraciones educativas tienen un papel crucial en proporcionar los recursos necesarios y establecer las condiciones que permitan desarrollar estrategias efectivas de orientación. Esto incluye la dotación de personal especializado, la formación continua del profesorado y el establecimiento de estructuras de coordinación efectivas.
La orientación educativa representa una inversión estratégica en nuestro sistema educativo. Cada centro tiene el potencial de convertirse en un espacio donde los y las jóvenes puedan explorar quiénes son, qué quieren hacer con su futuro y cómo pueden conseguirlo. Este objetivo requiere el esfuerzo coordinado de toda la comunidad educativa, trabajando de forma colaborativa para apoyar las iniciativas de orientación y acompañamiento.
Es momento de transformar las buenas intenciones en prácticas efectivas, de consolidar un sistema educativo que verdaderamente apoye y acompañe a cada estudiante en su trayectoria. Un sistema donde cada joven pueda descubrir su propósito y explorar sus intereses vocacionales con confianza. Donde la toma de decisiones sobre el futuro educativo y profesional no esté condicionada por barreras socioeconómicas, sino impulsada por las aspiraciones y el potencial de cada estudiante. Solo así construiremos un sistema educativo verdaderamente equitativo, donde la orientación actúe como puente hacia las oportunidades que cada joven merece.
Referencias:
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